En las garras del hambre insaciable

El sol ardía mientras luchaba para abrir mis ojos. A medida que se aclaraba la realidad de mi situación, pensé ¿Dónde estoy? el agua corriendo en una ducha cercana, confirmó lo que no podía recordar. Otra noche de consumo excesivo de alcohol que me llevó a una conexión sin sentido con un chico, cuyo nombre se me escapa.

Solo una noche más, en una serie de ellas, cuando el deseo por el alcohol llevó a mi demonio a ser desatado. Fue la necesidad de tener sexo lo que me llevó a beber de manera imprudente, y cuanto más licor, mejor. De esa manera no recordaría las deplorables cosas que había hecho para llamar la atención de un chico.

El vacío doloroso en mi corazón me tuvo volviendo por más autodestrucción, resultando en más auto desprecio y vergüenza. Me sentí como si no pudiera parar, aunque yo quisiera desesperadamente. Sí, el remordimiento de “la siguiente mañana” podía evitar que repitiera el patrón, pero solo por poco tiempo.

No pasaría mucho antes que una fuerza invisible superaría cualquier sentido común que tuviera y se volviera un hambre insaciable que nunca fue totalmente satisfecha. Todas mis relaciones se habían vuelto superficiales y distantes debido a mis adiciones. Degradación y autocondena eran mis acompañantes constantes.

Como muchas otras veces, me sentí atrapada. Rápidamente escaneé el cuarto, ubicando mi ropa en diferentes puntos del suelo. Traté de salir de allí rápidamente y sin ser detectada. Poco sabía que la ducha tenía una vista general de la cama y mi intento de salida había sido descubierto. Momento de actuar. Reduje mis pasos cuando me llamó para que me uniera a él. Los nudos en mi estómago se apretaron aún más. Empecé a sentir náuseas.

Una fuerza invisible superaría cualquier sentido común que tuviera y se volviera un hambre insaciable que nunca fue totalmente satisfecha

Solo quería ir a casa y olvidar que la última noche había pasado. Estaba tan asqueada conmigo misma y con este hombre sin nombre. En cambio, puse una falsa sonrisa y actué como si él fuera mi mundo, mientras mi piel se arrastraba cada vez que me tocaba. Después de terminar, hice una excusa para irme y llamé un taxi. El viaje a casa fue irreal, poco se dijo, a parte de mí, tratando de dar poca importancia a la humillación de la noche anterior.

Fui directamente a mi cuarto. Necesitaba estar lejos de todos y todo. Me vi en el espejo con ojeras y ojos rojos que ahora adornaban la mera cáscara de la mujer en que me había convertido. Nunca estuve tan avergonzada conmigo misma que en esos momentos.

“Ya no puedo hacer esto” dije en voz alta mientras me veía en el espejo ese día. Solía tener esperanza. Solía soñar de cómo mi vida sería y esto no era. Tenía que haber más. Ese día reconocí la aterradora verdad que si yo continuaba viviendo así, tal vez no superaría mis adiciones. El péndulo del sexo y alcohol me había encarcelado y poseído; eliminando cualquier oportunidad de escape. Se sentían como una condena, sin la posibilidad de libertad condicional.

Tenía que ser una resolución brutal e inmediata. La realidad resonante de perder la esencia misma de quien debería ser o quería ser, se había manifestado como un volcán en erupción y ya no podía ignorarse. Sin mucha explicación, le dije a mi compañero de casa que me iba a mudar. Parecía que no podía empacar mis cosas lo suficientemente rápido. Hice un cambio inmediato. Me alejé del estilo de vida que me estaba destruyendo, y se sintió correcto.

Solía tener esperanza. Solía soñar de cómo mi vida sería y esto no era.

Dirigí mi atención a otras cosas para evitar situaciones tentadoras. Escribí más y encontré una amiga de confianza a quien podía pedir ayuda de forma segura. Aunque no haya contado todo acerca de la magnitud de mi indiscreción, sacar el veneno que había estado aniquilando mi potencial a la luz, se sintió increíblemente liberador.

Hoy en día, es difícil de comprender que alguna vez yo viví una vida como esa. Y no, mis esfuerzos de cambiar las circunstancias no siempre fueron completamente exitosos. Pero debido a mi profunda necesidad de sobrevivir y mi esperanza de algo más, las cosas cambiaron a bien finalmente. Tenían que.

Estoy aquí para decirte que puedes hacer lo mismo. Nunca es demasiado tarde. Comienza tu transformación hoy hablando con un mentor. Serás contactado. Puedes usar tu nombre real o uno falso. Es tu decisión. No tienes que enfrentar esto solo. Habla con un mentor, es confidencial.

Créditos de la fotografía:Tony Mucci (Unsplash CC)


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