Abuso Sexual

Si hoy tendría que resumir mi vida en una palabra sería “Favorecida”, porque no soy ni estoy, como debí haber estado.

Soy la menor de tres hermanos y el abuso sexual fue uno de los episodios más recurrentes en mi vida. Desde mi infancia fui abusada por diferentes personas muy cercanas a mí, por lo que me sentía sucia y no sabía a quién decirle lo que pasaba. A pesar de lo vivido no sentía odio por esas personas, pero no sabía cómo manejar lo que sucedía en mi mente y en mi corazón. Sentía dolor, enojo e incomodidad, trataba de aparentar y asumir que eso no había pasado. Por mucho tiempo en silencio llena de rencor, vergüenza y miedo consideré que había venido a este mundo a ser destruida y me repetía que lo que pasaba una tras otra vez era obvio, porque había nacido para eso. Me consideraba un pote de suciedad, que era normal que cualquiera me ensuciara y así lo interioricé; hasta que un día alguien me invitó a una reunión de Escuela para Padres, así que fui para aprender cómo evitar el abuso en niños ya que quería tener herramientas para proteger a mi hijo.

De pronto, me vi confrontada cuando el expositor sintió que debía decir “hija perdóname”, mi corazón se quebró en mil pedazos y me di cuenta que yo estaba esperando esa disculpa después de 20 años. Ese día lloré tanto que pude drenar todo ese largo silencio y me preguntaba ¿qué significaba esto? si yo había vivido todo aquello, entonces alguien me ayudó y pude estar acompañada durante ese proceso. No fue fácil pero no estuve sola, pude sentir confianza para abrir mi corazón y comprender que era valiosa, que lo importante en mi vida no era mi pasado sino lo que Dios dice de mí; eso fue un antes y un después porque entendí que aquellos que me habían violado solo eran personas que nunca buscaron a Dios ni ayuda para contener sus impulsos humanos y fui una víctima de ellos porque estaba cerca en los lugares inadecuados. El no decir nada me hizo daño, al no comprender lo que pasó la primera vez por ser una niña los abusos continuaron hasta que tuve 25 años.

Nosotros decidimos si el pasado es la alfombra de nuestro presente o puede ser nuestra escalera hacia el futuro. Hoy en día, trabajo en una organización cristiana en Venezuela donde se incluye el trabajo con mujeres que han sido heridas. Mi principal objetivo es hablar al corazón de ellas y que puedan tener compañía en el proceso de sanación, así como yo la tuve.

Autor de la foto M.

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